De la Prehistoria al Renacimiento
En la carretera de Fuensalida existió un yacimiento de fósiles conocido con la denominación de yacimiento Torrijos, muy estudiado por los paleontólogos, tristemente desaparecido por el destrozo realizado en ellos.
Existen pocos restos que muestren la existencia de una población prehistórica. Solamente se han encontrado algunos restos de piedras labradas, pero muy poco, algunas de las cuales se pueden ver en el Museo Arqueológico Nacional.
Nada existe que nos indique el paso de poblaciones prehistóricas, aunque es posible que se estableciera alguna colonia al estar tan próxima a Toledo.
Pero es a partir de los romanos cuando existen pruebas de este pueblo se estableció en Torrijos y sin duda fueron los fundadores de la población. La situación estratégica del llamado Cerro de la Mora era un lugar ideal para dominar toda la comarca por lo que allí existió la primera colonia. Posteriormente se establecieron en el valle, creando la primera colonia de viviendas. De ello existen restos que prueban este asentamiento, como es el conducto de agua procedente de Hurtada.
La existencia de visigodos está perfectamente atestiguada por la toponimia, ya que el término Suerte procede la serie de “sorteos” que realizaban para repartirse los territorios ocupados.
Más tarde fue ocupada por los musulmanes, quienes permanecieron en Torrijos hasta su expulsión en 1609 en que marcharon más de 250 personas, quedando el campo abandonado, así como personas dedicadas a la construcción. Debido a la expulsión de los moriscos muchas poblaciones del levante español quedaron sin trabajadores, por lo que hubo que trasladar a un buen número de torrijeños a sustituir a los expulsados. Como consecuencia de ello, y para recordar la emigración de estas personas, en el año 2001 se realizó el hermanamiento con la ciudad alicantina de Aspe, de donde acuden a las fiestas torrijeñas a celebrar el desfile de moros y cristianos.
En 1085 el rey Alfonso VI tomó Torrijos a su paso para la reconquista de Toledo. Más adelante hubo de repoblarse, pues muchos musulmanes hubieron de huir, así que una serie de mozárabes toledanos vinieron a repoblar y cultivar los campos abandonados.
Poca importancia debía tener Torrijos por entonces, pues en los documentos se la describe como “aldea” o “lugar”. Es por estas fechas cuando comienza a surgir el nombre de “Torrilium”, “Torrilios”, “Torrillos”, nombre de origen latino, y que simboliza la existencia de una fortaleza en la población. Perteneció esta aldea a la corona, pero al llegar el monarca Alfonso VIII hizo donación de la misma al arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, con motivo de haber ayudado al rey en la famosa batalla de Las Navas de Tolosa, el cual posteriormente la cedió a la catedral de Toledo, permaneciendo en su poder hasta su adquisición por Gutierre de Cárdenas en 1482.
A partir de entonces comienza a detectarse un lento pero constante aumento de la población. La serie de moriscos, judíos y cristianos que conviven en esta población van creando un espíritu emprendedor que poco a poco se va extendiendo a comarcas alejadas, siendo entonces el inicio del espíritu comercial de Torrijos.
Los monarcas posteriores se acercan a esta población en diversas ocasiones, siendo Alfonso XI, su hijo Pedro I, y los reyes de la dinastía de los Trastámara los que más frecuentemente han de residir en Torrijos. Destaca de manera especial Pedro I, pues su estancia está perfectamente constatada en diversos documentos y crónicas. El llamado Palacio de don Pedro, actual ayuntamiento, fue una de las residencias numerosas que tenía este monarca, pues fue muy aficionado a la construcción de palacios y alcázares.
Se sabe de la celebración del nacimiento de su hija Beatriz en Torrijos, habida de su esposa-amante María de Padilla. Grandes festejos conoció Torrijos en esa fecha en la que el rey eligió Torrijos para conmemorar tan festivo acontecimiento.
Tras la muerte de Pedro I, diversos monarcas pasan por Torrijos. Juan II, Enrique IV, Isabel I, así como la segunda esposa de Fernando el Católico, Germana de Foix.
La importancia de los judíos en la vida de Torrijos es importante, pues la aljama era de las que más cotizaba a la corona. Tan importante era que existieron dos aljamas, una, situada en los que hoy es calle del Cristo, la cual estaba amurallada, existiendo aún restos de la misma en la carretera de los Molinos. La sinagoga era la actual capilla del Cristo, y en ella se encontraban las diversas dependencias, entre las que destacaban el hospital, patio y sala de oración.
La otra sinagoga se hallaba en lo que hoy es la calle de Gibraltar Español, realizando su mercado en la plaza de la Constitución. La calle del Matadero se llama así a causa de tener en ella el matadero judío, donde sacrificaban y sangraban perfectamente a los animales, ya que no podían comer carne con sangre.
Tanta importancia tenían los judíos que es curioso que mientras los cristianos tenían solamente la parroquia de san Gil, los judíos tenían dos sinagogas, y lo mismo los musulmanes, pues tenían dos mezquitas, una de las cuales estaba en el lugar donde hoy se eleva la colegiata, siendo la torre el lugar del minarete.
La expulsión de los judíos en 1492 no debió afectar mucho a Torrijos, ya que se sabe que en el siglo XVI existía una elevada población conversa, lo cual es síntoma de la conversión de la mayoría de los judíos. Hay quien afirma que el número de conversos alcanzaba una cifra cercana al veinte por ciento de la población total.
No tenía por entonces Torrijos muy buena fama entre los pueblos de la provincia, pues existía el dicho de “jaboneros torrijanos, confesos y villanos”.
Debió reunir Torrijos una serie importante de personas con gran riqueza, pues en tiempos de Juan II, en 1451 quedó vacante el maestrazgo de la Orden de Calatrava, el cual lo disputaban don Alonso, Infante de Aragón y Pedro Girón, hermano del marqués de Villena. Torrijos apoyó al infante de Aragón, por lo que una vez elegido Pedro Girón quiso castigar a Torrijos entrando a saco, casa por casa y apropiándose de aquello que quiso, llegando en una ocasión a apropiarse de más de trescientos mil maravedíes de un vecino.
Con la adquisición de Torrijos a la catedral de Toledo por parte de Gutierre de Cárdenas, se convierte en la capital de las Nueve Villas. Torrijos se ve encumbrada y se realizan una serie de obras que dan a la población trabajo y solera, siendo lugar de reunión de diferentes artistas, los cuales componen el llamado “Grupo Torrijos, entre los que destacan Alonso de Covarrubias, los hermanos Enrique y Antón Egas, Juan Guas y otra serie de artistas.
La entrada de la edad moderna con los monarcas Isabel y Fernando y Gutierre de Cárdenas como personaje de total confianza Torrijos inicia una nueva existencia, pues se concede el título de Villa, un Mercado Franco semanal; se construye la plaza de España; se edifica el ayuntamiento; y se realizan Obras de la categoría de la Colegiata, el monasterio de Santa María de Jesús, el palacio de los Cárdenas y se reconstruye el palacio de Pedro I.
EDAD MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
EDAD MODERNA
El 11 de junio de 1482, marca un hito fundamental en la Historia de Torrijos. Don Gutierre de Cárdenas Chacón, Maestresala de la reina Isabel, Comendador Mayor de León de la Orden de Santiago, Contador Mayor y principal “contino” y Consejero de los Reyes Católicos compra Torrijos y la vecina Alcabón, al cabildo de la Catedral de Toledo, por cinco cuentos y ciento cincuenta mil maravedís. Muy pronto la villa de Torrijos se convertirá en capital del Estado de Maqueda y de los ricos Señoríos del Comendador Mayor.
Del período de esplendor que vive la villa de Torrijos durante el Señorío de don Gutierre y de su piadosísima y santa esposa, doña Teresa Enríquez “la Loca del Sacramento” son fiel reflejo las obras artísticas que el matrimonio patrocinó en esta villa.
Don Gutierre manda construir un suntuoso palacio, en estilo gótico-isabelino en la Plaza del Mercado (actual Plaza de España). Y allí instala los cuatro preciosos artesonados procedentes del Palacio-Alcázar de Pedro I, que ordenó remodelar para futura residencia de su malogrado segundogénito, don Alonso de Cárdenas Enríquez.
El Comendador Mayor ordena, asimismo, la erección del monasterio Franciscano de Santa María de Jesús, “el Otro San Juan de los Reyes”, obra maestra de Juan Guas, incendiado por las tropas napoleónicas en 1809, y del que se conservan interesantísimos restos. Y, asimismo, funda el desaparecido Hospital de Nuestra Señora de las Consolación.
Una vez fallecido don Gutierre (31 de enero de 1503), fue su santa esposa, doña Teresa Enríquez “La Loca del Sacramento” quien manda construir la Colegiata del Santísimo Sacramento, una de las maravillas del Patrimonio Artístico y Cultural de nuestra Región. De tan portentosa obra destacamos:
- La preciosa portada Plateresca, única en su género.
- El Coro gótico-renacentista, con el túmulo de los “Señores de Torrijos”, obra de Juan de Lugano y el órgano barroco de Josef Martínez Colmenero.
- El monumental Retablo Mayor, de estilo renacentista-manierista, obra de Juan Correa de Vivar.
- El interesantísimo Museo Parroquial, con obras pictóricas, ropas sacras, cantorales, relicarios, esculturas y orfebrería de los siglos XV al XIX.
En 1525, siguiendo la disposición testamentaria de su difunto esposo, doña Teresa Enríquez funda el Hospital de la Santísima Trinidad.
La Capilla del Hospital no solo alberga la milagrosa imagen del Santísimo Cristo de la Sangre, que le da nombre, sino que está decorada con preciosos frescos de principios siglo XVII. En ella se encuentran obras escultóricas del siglo XVIII, de singular interés: el Santísimo Cristo “El Criado”, de Luis Salvador Carmona; y Santa María de la Cabeza y San Isidro Labrador, de Juan Antonio Villabrille y Ron.
En este Torrijos del siglo XVI, la Historia de la villa se impregna de “Aromas de Santidad”: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús tienen raíces familiares en esta villa. Juan de Yepes y Álvarez, San Juan de la Cruz, figura cumbre de la Mística Española, era hijo de Gonzalo de Yepes, nacido en Torrijos, como así mismo, lo eran sus abuelos y tíos.
El 15 de julio de 1576, el joven jesuita torrijeño Francisco Pérez de Godoy del Campo, nuestro Beato, primo de Santa Teresa, recibió la palma del martirio, cuando se dirigía a las misiones americanas.
El 30 de mayo de 1586, en el pueblo malagueño de Mijas, la Santísima Virgen de la Peña se aparece a dos niños oriundos de Torrijos, Juan y Asunción Linaire.
El Arte Español tiene en el llamado “Primer Renacimiento” una figura indiscutible, el “imaginario” o arquitecto-escultor Alonso de Covarrubias y Leyva, nacido en Torrijos en 1488. ¡Y como “obras son amores”!, aparte de sus intervenciones en las obras de la Colegiata de su villa natal, a las órdenes de Antón Egas, son numerosísimas sus obras e intervenciones realizadas en Toledo, en calidad de Maestro de Obras de la Catedral y de los Reales Alcázares: Puerta de Bisagra, Palacio Arzobispal, Hospital Tavera, Hospital de Santa Cruz, Alcázar…
A finales del siglo XVI, llega desde el Estado de Michoacán, Nueva España (Méjico), la sagrada y milagrosa imagen del Santísimo Cristo de la Sangre, donada por el Licenciado Francisco de Cebreros a la cofradía torrijeña de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, titular del Hospital de la Santísima Trinidad.
Durante el siglo XVII, “Siglo de Oro, Siglo de lloros…”, Torrijos vive momentos de esplendor y de decadencia.
El Patrimonio Artístico de la Colegiata se enriquece considerablemente.
Pedro Liñán de Riaza, Capellán Mayor de la Colegiata y Secretario del Duque de Maqueda, don Jorge de Cárdenas Manrique de Lara, escribe en Torrijos el “Quijote Apócrifo”, firmado con el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda.
En 1609, el rey Felipe III decreta la expulsión de los moriscos. La villa alicantina de Aspe, perteneciente al Señorío de los Duques de Maqueda, pierde más de ochenta por ciento de su población. Dos años después, don Jorge de Cárdenas otorga, desde Torrijos, una Carta Puebla para repoblar aquellas tierras levantinas del Bajo Vinalopó con gentes de sus posesiones toledanas. Es la base histórica del “Hermanamiento Aspe-Torrijos”.
Siglo XVIII, época de la Ilustración, del llamado “Despotismo Ilustrado”. El Cardenal Lorenzana prohíbe la “Fiesta del Toro”, que se le ofrecía a San Gil Abad, Patrón de la villa, en la víspera de su festividad, por considerarla “bárbara y abominable”.
EDAD CONTEMPORÁNEA
A finales de julio de 1809, se libra la batalla de Torrijos-Alcabón. Tras la Batalla de Talavera, los soldados franceses destruyen el Monasterio Franciscano de Santa María de Jesús, la joya más importante del Patrimonio Artístico y Cultural de esta Villa.
Carlos IV y su séquito se hospedan en el Palacio de los Duques de Maqueda y Condes de Altamira tras llegar de un viaje de caza desde la localidad de Velada.
19 de Septiembre de 1812, la villa de Torrijos jura la Constitución de Cádiz.
20 de julio de 1876: se inaugura el tramo de ferrocarril Madrid-Torrijos, de la línea Madrid a Cáceres y Portugal.
26 de septiembre de 1878, se inaugura la “Feria de Septiembre”, posteriormente “rebautizada” de la “Sementera”.
Una burguesía pujante se instala en Torrijos e impulsa la industria y comercio de la villa, convirtiéndola en una de las más prósperas de la Región.
Tras la Guerra Civil, la recuperación económica y del tejido industrial y comercial de Torrijos es espectacular. Se convertirá en una “Ciudad en Pequeño” – actualmente con casi 14.000 habitantes, donde es casi testimonial el “sector primario” y predominante el “secundario” y los “servicios”: Importantes industrias, hostelería, bancos, aseguradoras, gestorías, empresas de turismo, agencias de viaje, inmobiliarias, materiales de construcción, variadísimo comercio, centros de enseñanza, actividades culturales, grandes superficies, múltiples y activas asociaciones culturales y deportivas, magníficas instalaciones deportivas, salas cinematográficas, centros recreativos, extraordinario Auditorio Municipal… ¡Y lo mejor de lo mejor: la hospitalidad de los torrijeños…! Aquí no suena a manido tópico que “En Torrijos, nadie se siente forastero…”